Cuando era fabricante profesional de disfraces, hubo incontables ocasiones en las que mi dedo fue apuñalado, resultando en gotas de sangre en el disfraz.
En varias tiendas de disfraces canadienses en las que he trabajado, la solución común era poner un pequeño fajo de hilo de algodón en la boca hasta que estuviera húmedo y luego frotar la mancha de sangre con él hasta que la sangre desapareciera. Esto debe hacerse inmediatamente antes de que la sangre tenga demasiadas posibilidades de secarse y “fraguarse”.
Se dice que hay una enzima en la saliva que reaccionará con la sangre para eliminarla (aunque no se puede usar la saliva con la sangre de otra persona).
Lo busqué en Internet muchos años después y no encontré ninguna corroboración científica con el concepto. El teatro es un entorno muy impregnado de tradición y superstición, por lo que puede haber algo de verdad en la idea o puede ser un mito inventado para disuadir a los cosedores de perder mucho tiempo levantándose para lavar los trajes con múltiples productos varias veces al día.
Sin embargo, también he notado, por experiencia personal, que este método funciona mejor que el uso del agua. Tal vez funciona bien porque resuelve el problema mucho más rápido que si te levantas y caminas hacia un lavabo.